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WMOF es el acrónimo de World Meeting of Families (Encuentro Mundial de las Familias), nacido por voluntad de San Juan Pablo II en 1994. De hecho, ese año había sido declarado por las Naciones Unidas «Año Internacional de la Familia». El Papa Wojtyla quiso que se celebrara también en la Iglesia un Año de la Familia, y así nació el I Encuentro Mundial de las Familias, que tuvo lugar en Roma los días 8 y 9 de octubre de 1994. El Consejo Pontificio para la Familia promovió este encuentro, así como los posteriores. En 2016, el organismo vaticano fue suprimido y fusionado con el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Así pues, desde 1994 se ha celebrado, cada tres años y en distintas partes del mundo, un Encuentro Mundial de las Familias. El esquema seguido ha sido siempre bastante similar, con un Congreso teológico-pastoral internacional al comienzo, y una vigilia y fiesta de las familias, con una gran celebración eucarística final, en presencia del Papa, como conclusión del evento.
En el contexto del Año de la Familia «La familia: corazón de la civilización del amor»
«La familia: don y compromiso, esperanza de la humanidad»
en el contexto del Gran Jubileo del 2000 «Los hijos, primavera de la familia y la sociedad»
«La familia cristiana: una buena noticia para el tercer milenio» (Juan Pablo II intervino a través de una conexión televisiva)
«La transmisión de la fe en la familia»
«La familia, formadora de valores humanos y cristianos» (Benedicto XVI intervino a través de una conexión televisiva)
«La familia – Trabajo y Fiesta»
«El amor es nuestra misión, la familia plenamente viva»
«El Evangelio de la familia: alegría para el mundo» (el primero coordinado por el nuevo Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida)
«El amor familiar: vocación y camino de santidad»
EL LOGOTIPO
El logotipo diseñado para el X Encuentro Mundial de las Familias recuerda la forma elíptica de la columnata de Bernini de la plaza de San Pedro, lugar de identificación por excelencia de la Iglesia católica, y remite a su significado original: el abrazo acogedor e inclusivo de la Madre Iglesia de Roma y su Obispo a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. Las figuras humanas que se hallan bajo la cúpula, apenas delineada, y la cruz en lo alto representan a esposo, esposa, hijos, abuelos y nietos. Pretenden evocar la imagen de la Iglesia como «familia de familias» propuesta por la Amoris Laetitia (Al 87), en la que «el amor vivido en las familias es una fuerza permanente para la vida de la Iglesia» (Al 88). La cruz de Cristo que se perfila hacia el cielo y los muros que protegen casi parecen estar sostenidos por las familias, auténticas piedras vivas de la construcción eclesial. A la izquierda, en la línea fina de la columnata, se advierte la presencia de una familia en la misma posición que las estatuas de los santos en las columnas de la plaza. Estas nos recuerdan que la vocación a la santidad es una meta posible para todos. Subrayan cómo la santidad puede ser vivida en la esencialidad de la vida ordinaria. La familia de la izquierda, que aparece detrás de la línea de la columnata, representa a todas las familias no católicas, alejadas de la fe y ajenas a la Iglesia, que contemplan desde fuera el acontecimiento eclesial que se está llevando a cabo. La comunidad eclesiástica siempre las ha observado atentamente. También se aprecia un dinamismo de las figuras que se dirigen hacia la derecha. Se mueven hacia el exterior. Son familias en salida, testigos de una Iglesia no autorreferencial. Estas van en busca de otras familias para intentar acercarlas y compartir con ellas la experiencia de la misericordia de Dios. Los colores predominantes, el amarillo y el rojo, son una clara referencia al blasón de la ciudad de Roma, con una línea gráfica que quiere expresar un intenso vínculo con la comunidad.